viernes, 30 de septiembre de 2016

Capítulo 4
Encuentro mortal


Aquel día había despertado y sentía esa sensación  de que el verano se alejaba cada día más, aquello me entristecía, significaba que nuevamente había un largo año por cruzar. Por muy extraño que pareciera, aquel día sentía estar desencajando de todo, me sentía a la deriva, mis padres que cada vez que tenían la oportunidad me exigían que comience a estudiar. Por otro lado, estaban mis amigos, cada uno de ellos ya estaban encaminados en lo que querían. Era desesperante no saber que hacer de tu vida, pero si seguía quedándome sin hacer nada, no llegaría muy lejos.
Había organizado con Samanta, reunirnos en la casa de Carolina por la tarde, ellas me habían ayudado con mi decisión de tomar mi camino correcto.
Recuerdo que sin levantarme de mi cama, había corrido las cortinas y vi que la mañana estaba nublada, pequeñas gotas de lloviznas recorrían mi ventana. Había permanecido un tiempo holgazaneando en la cama, hasta que mi madre me había llamado para desayunar, cuando había llegado a la cocina, mis padres ya se habían ido a trabajar, a mi padre prácticamente no lo veía, su trabajo le demandaba el tiempo completo.
Me había puesto a limpiar de aburrida que estaba, aquel día había amanecido lloviendo y no tenía muchas opciones por hacer hasta que llegue la tarde. El living estaba reluciente, me había faltado la cocina, no me agradaba mucho la idea pero tenía que colaborar en la casa. Mientras luchaba con la grasa del microondas, había escuchado voces extrañas afuera, provenían del pasillo externo, cuidadosamente me retiré los guantes y caminé muy despacio hacia la puerta de entrada, aquellas voces parecían discutir en voz baja y eran de dos hombres, acerqué mi oído a la puerta.
-Eres un pendejo sin códigos, nos iba a pagar todo.
-No papá, él no tenía códigos, quería pasar por arriba de nosotros.
Sin duda eran los vecinos nuevos, su dialecto al hablar, lo podía reconocer.
-Entra al departamento antes de que yo te mate a ti.
Recuerdo haberme quedado  acurrucada junto a la puerta, aquella discusión me había resultado muy extraña, ¿a qué se refería cuando le dijo que también lo mataría a él? pensaba y pensaba, seguramente se había referido sarcásticamente, había pensado un montón de tonterías, comenzaba alucinar cosas irreales, como una tonta había sacudido mi cabeza para despojar lo ocurrido para seguir con la limpieza final.
Había perdido la noción del tiempo aquella tarde, haciendo prácticamente nada, aquello es lo que más me había enojado, me cambie de ropa urgentemente y salí disparada a la casa de Carolina. El tiempo seguía grisáceo y triste, la débil llovizna humedecía mi cabello ondeado, era fastidioso pero un paraguas no arreglaría la situación, había un poco de viento y yo…realmente no quería usarlo, me parecían que las calles se hacían más largas cuando quería llegar rápido.
Después de una corta carrera bajo la llovizna de Buenos Aires había llegado a la  casa de Carolina, allí estaba esperándome con una taza de té caliente y una toalla en la mano, Samanta ya se encontraba en la casa, tenía en las manos unos cuantos papeles y carpetas. Aquella tarde había sido productiva, leí folletos de distintas universidades una y mil veces, ofrecían una diversidad de carreras importantes, en otras cursos acelerados para una salida laboral inmediata. Había pensado en estudiar idioma, Carolina y Samanta me habían impuesto que comience con el inglés, que es la base de este mundo, pero yo sabía que muy en el fondo no era para mí, me había fascinado el francés, la lengua más sofisticada, su pronunciación y su escritura.
-Podrías hacerte un test vocacional- me sugirió Carolina, pero yo ya había decidido.
La noche había caído rápidamente, salí disparada a mi departamento para no tener que soportar los regaños de mis padres, yo los entendía, la ciudad era la cuna de la delincuencia y los maniáticos violadores, pero también necesitaba mi libertad, saber desenvolverme en ella. Aquella noche era bastante oscura, la llovizna aún persistía, las pocas calles que tenía que caminar estaban bastantes desoladas. Dos cuadras antes de llegar a mi edificio visualizo un sujeto que se cruza de vereda y venia hacia mí, estaba con un buzo y capucha, pensaba que me quería robar y ahí sentí muchísimo miedo, me dispuse a correr cuando me sujeto de mi cabello por la espalda, me empujó hacia una entrada oscura y oculta de un negocio cerrado, me estampó contra una pared, en aquel momento creí que todo estaba perdido.
-Tranquila pequeña, si te portas bien, te vas a ir a casa sin ningún golpe.
Aquellas palabras nunca las olvide, habían marcado mi miedo e imprudencia de caminar sola por la noche, luego recuerdo que sus asquerosas manos se depositaron en mi cadera, su cuerpo estaba aplastando el mío por mi espalda, mis lágrimas eran mudas, ni un sollozo salió de mi boca, ese sujeto a quien en aquel momento no le veía su rostro, iba a violarme...mi primera vez iba hacer una violación. Escucho un gruñido brusco y me sentí liberada, lentamente me había dado la vuelta con miedo, y ahí estaba, mi nuevo vecino.
-Las basuras como tú, no tienen lugar en este mundo.
Lo había tirado al suelo y con un pie en su cuello lo tenía prisionero, recuerdo todos los detalles de aquella noche, como si fuera hoy, como si lo volviera a tener nuevamente delante de mis ojos, había sacado un arma de su saco, volteo a mirarme y con un dedo en su boca, me indico que hiciera silencio, abrí los ojos tan grandes pero mi boca estaba cosida y sellada, solo se limitó a sacar el seguro a su arma y le disparó sin ninguna preocupación y sin ningún escándalo, me había llevado ambas manos a mi boca y lloré. Presenciar un asesinato fue unas de las cosas que jamás me imaginé transcurrir, mi vecino había salvado mi virginidad pero también me produjo un trauma interno importante en mí, con los días había disminuido, pero la muerte estaba ahí, presente.
Luego se había acercado a mí cautelosamente.
-Tranquila vecina, ya no molestara más a nadie.
Habían sido sus primeras palabras hacia mí.
-Lo mataste-Le susurré.
-No pasará nada.
Me dijo con una media sonrisa  en su boca, como si hubiera hecho algo normal.
-Te van a buscar por esto.
Se rió por lo bajo.
-No lo creo, a no ser que alguien nos delate, los dos estamos complicado, ¿no cariño?- me guiñó un ojo.
-Vamos para el edificio.
Yo no podía reaccionar.
-¡Muévete! O quieres que nos agarren.
Me había levantado la vos y con una mano me tomó de un brazo y me sacó de allí. Habíamos caminado a pasos ligeros y con nosotros un silencio sepulcral, una vez dentro del edificio se paró frente a mí y me observo a los ojos, nunca me voy a olvidar de aquella primer mirada penetrante que me dio.
-Gracias.
Fue lo único que expresé, estábamos tan cerca, pero en aquel momento no podía expresar con claridad, solo estaba en mi cabeza la crueldad de la muerte.
-Si me lo quieres agradecer, calla esa hermosa boca que tienes y ciega esos ojos encandiladores.

Aquellas palabras dichas de su propia boca y con acento extranjero, me había volado la cabeza y me había encendido el motor de mi corazón y a pesar de la situación en la que nos encontrábamos, estaba rendida a sus pies.

lunes, 22 de agosto de 2016

Capítulo 3
El regreso

El verano había pasado tan deprisa, pero lo he disfrutado al máximo, pasamos unos hermosos días de playa, mis padres habían organizado una serie de actividades espectaculares, playa, obras teatrales por las noches, cenas…mis amigos habían llegado el primer fin de semana, mis padres siempre estaban encantados con ellos, la pasábamos tan bien todos juntos, parecíamos una gran familia. En aquel primer fin de semana no había dormido nada, bares, playa, paseos, discotecas, entre tantas otras cosas que era imposible desperdiciar tiempo para dormir, pero cuando todo aquello acaba, caes en la cuenta de que te espera un largo año por transcurrir.
Preparar los bolsos, cargar el auto y cuando estas en marcha ves como dejas atrás todos los momentos de felicidad para un adolescente que bueno, en mi caso estaba en la puerta de la adultez.
Cuando por fin de un largo viaje llegamos a la ciudad, la nostalgia me había invadido, mis amigos ya estaban cada uno tratando de direccionar sus caminos.
Me encontraba en  mi cuarto sacando la ropa de mi bolso, ventilando el ambiente, tenía mi cama pegada a la ventana, me encantaba estar acostada y ver como llueve. Al acercarme al escritorio y tomar mi cuaderno, recordé el encuentro fatal con mi nuevo vecino que por cierto no lo he visto más, pareciera que el departamento seguía sin habitarse, no se escuchaba ni se veía movimientos algunos. Aquella tarde en que lo conocí me había quedado muy molesta, no podía creer la falta de educación que tenía ese joven, no pretendía que me llene de disculpas pero con una sola bastaba, pero no, se rió en mi cara y yo como una grandísima tonta no le dije nada. Moví mi cabeza para sacudir todos esos recuerdos y pensamientos para poder memorar mis vacaciones.
Por la tarde cuando había regresado con mi madre del supermercado nos encontramos con un hombre que salía del departamento nuevo, era alto, cabello castaño, era un calco  al joven grosero que me encontré en el ascensor, seguramente era su padre o algún pariente. Paso por nuestro lado y levanto la vista, mi madre y yo lo miramos disimuladamente.
-Buenas tardes.
Particularmente me quede asombrada, pensé que seguirá de largo, pero me equivoque, ese hombre tenía modales.
-Buenas tardes-Le respondió mi madre, el hombre entro al ascensor y nosotras a nuestro departamento.
-Es nuestro nuevo vecino-Comentaba mi madre.
-Sí, me di cuenta.
-viste que distinguido que es, y su acento al hablar lo hace más importante.
-¡Mamá!-Le exclamé con una sonrisa.
-¿Qué dije?
-Estas babeando.
Reímos tanto.
-Hija… a estas alturas, aparte tengo ojos para tu padre.
Cuando terminamos de acomodar la mercadería me apresuré a cambiarme de ropa y salir a encontrarme  con  mis amigos en el lugar de siempre.

Estaba saliendo del edificio cuando se detiene un auto muy hermosos, mientras guardaba mi celular y las llaves en el bolsillo de mi vestido vi que mi nuevo vecino, el joven que me encontré hace semanas atrás en el ascensor, bajaba de aquel auto, impecable con su vestimenta se dirigía hacia mí, me observo de arriba abajo, mi pulso se aceleró, pero paso de largo directamente al edificio, me quedé anonadada con su presencia, la forma en que me miró, no sabía si fue con gusto o con desprecio, no estaba desfachatada ni nada, pero seguro que no soy de su agrado, tampoco pretendo serlo. A pesar de que era un antipático y mal educado, era muy atractivo.

martes, 2 de agosto de 2016

Capítulo 2
Los nuevos vecinos

Me encontraba en mi habitación preparando mis bolsos, en pocos días me iría de vacaciones, no podía olvidarme nada, el más mínimo descuido y podría colapsar. Después de un momento me percate que no había renovado mi malla, la que tenía era vieja, no podía ir dos años seguidos a la playa con la misma malla, Salí disparada al comedor donde mi madre se encontraba mirando una novela.
-¡Mamá, necesito una malla!
Mi madre volteo a verme con el ceño fruncido
-¿Cómo?, tú malla esta nueva
-¡Dos años mamá, dos años!
Puso los ojos en blanco, se levantó en cámara lenta para mí y tomó su billetera.
-Jóvenes…toma, cómprate una, no me gastes todo por favor.
Tome el dinero contentísima y  salí por mi bolso y me encamine a la salida.
-¿Qué se dice Mary?
Me decía mi madre con los brazos cruzados esperando mi agradecimiento.
- Perdón, gracias mamá.
Rió entonces y desaparecí del departamento. Camine por el pasillo hacia el ascensor que justamente estaba ocupado, me acerque despacio y vi al portero del edificio junto a dos hombres que estaban sacando cajas del ascensor.
-hola Rogelio.
El volteo al escucharme y me dedico una sonrisa.
-hola jovencita, ¿Cómo estás?
-bien Roger-(Así lo llamo cuando no quiero decir su nombre completo), es un hombre de unos cuarenta y cinco años, delgado, lo conozco desde que tengo uso de razón, muchos años trabajando en este edificio.
-me alegro Mary, me temo que vas a tener que usar las escaleras, compraron el departamento del fondo de tu mismo piso, ahora los de la mudanza están subiendo las cosas.
Me quedé asombrada, al fin se había ocupado aquel departamento, estuvo mucho tiempo vacío, es el más grande y por ende el más caro de todo el edificio, deben tener una buena posición económica los dueños.
-Y bueno…si no me queda otra, nos vemos Roger-lo salude con una mano mientras me dirigía hacia las escaleras.
Trate de comunicarme con mis amigas para que alguna me acompañe al shopping, siempre es bueno la opinión de una amiga, pero ninguna pudo. Por suerte después de dar vueltas y vueltas encontré la malla indicada para mí, roja a lunares blancos de dos piezas. Luego me compre un helado y mientras lo saboreaba caminaba y pensaba… ¿Qué demonios haría cuando vuelva de las vacaciones?, mis padres ya me lo habían advertido, necesitaba ocuparme de mi futuro, pero pensaba disfrutar de mi momento de ocio al máximo. Al llegar al edificio rogaba que el ascensor este libre, respire tranquila al corroborarlo, por suerte la mudanza había terminado, tome el ascensor pero antes de cerrarse las puertas entra un joven apresurado, nunca se dirigió hacia mí, ni siquiera para preguntarme a que piso iba, los dos solos en el ascensor, no lo había visto nunca, su mirada estaba perdida hacia el frente, solo eran unos segundos los que compartimos en aquel ascensor pero me pareció una eternidad, el aire que se formaba era incomodo e incluso raro, pensé que ese joven tendría mi edad, pero su forma de vestirse lo hacía un poco más grande. Vestía unos Jean oscuros, una chomba negra de la coste, muy delicado, zapatillas de la misma marca, si, le hice una radiografía completa, siempre disimuladamente, su rostro era duro, expresaba miedo y desconfianza, era alto, robusto pero delgado y su cabello del mismo color del mío, corto y bien peinado. Sus ojos no los había visto en aquel momento pero parecían claros. Llegue al tercer piso y no sé por qué deduje que el seguiría, la puerta se abrió, estaba poniendo un pie para salir y el pasa como un rayo por mi lado empujándome suavemente, la bolsa de mi malla se cayó al suelo dejando el corpiño a la vista, me agache para recogerla y no sé por qué levante la vista y él estaba de espalda mirándome por encima de su hombro con una media sonrisa siniestra, ¡maldito!, ni siquiera me dio una disculpa, ¡mal educado! Y un montón de palabrotas vino a mi mente. Me levanté torpemente y lo vi que entró al departamento que se ocupó hoy, ¡genial! Era mi vecino nuevo y ya empezamos con el pie izquierdo.

Entré a mi dormitorio molesta, muy molesta, ese joven logró en un segundo esfumar mi felicidad de a ver ido de compras, me senté en frente de mi escritorio y tomé mi cuaderno, empecé a escribir mi fastidioso encuentro con mi nuevo vecino, necesitaba descargar mi mal humor, por suerte al entrar a mi departamento no había nadie, si no harían un escándalo por el portazo que le di a la puerta de entrada.

miércoles, 27 de julio de 2016

           Capítulo 1
      Presentaciones


Estaba atravesando los calurosos días de enero, tenía que esperar hasta el próximo mes para salir de vacaciones, detestaba tanto esta ciudad en el verano como el colegio, por suerte ya lo había terminado, este año estaba libre de todo, aunque mis padres me presionan para que estudie alguna carrera que aproveché el año para aunque sea a orientarme a lo que quiero aspirar, realmente no tenía ni idea de lo que quería hacer de mi vida, tal vez estudiaría algún idioma, no lo tenía decidido.
Vivo junto a mis padres Carola y Esteban en un departamento en Puerto madero, Buenos Aires, es pequeño pero cómodo para nosotros tres. Mi padre trabaja en una importante empresa de cruceros  de viajes en Puerto Madero y mi madre en la terminal de aviones de la ciudad, fue así como se conocieron, mediante sus trabajos.
Me estaba cambiando en mi cuarto y preparándome mientras escuchaba a Ray Charles, me iba a juntar con mis amigas en el puente, me puse un short tiro alto, sandalias y una camisa sin mangas, tome mi bolso pequeño y salí al encuentro.
-¡Mamá voy a salir, me esperan mis amigos!
Le grité tomando mis llaves de la mesita del rincón junto a la puerta de entrada.
-Ok, no andes sola por la noche- Me gritaba desde la cocina.
-No mamá, vuelvo temprano.
Y salí dando pasos grandes  hasta el ascensor, deseaba que no se cortara la luz, ya que en verano era frecuente que las empresas de energía eléctrica no dieran abasto con el servicio, por suerte vivimos en un tercer piso, no eran muchas escaleras.
Me encantaba cuando bajaba el sol por las tardes, salía a tomar algo con mis amigos, tenía pocas cuadras para caminar pero las disfrutaba, los bares y heladerías llenos de turistas, gentes locales, eran una de las pocas cosas que disfrutaba de los veranos en la ciudad. Al llegar allí estaban todos sentados en el mismo lugar de siempre, Carolina, Brian, Azul, Mariano y Samanta.
-¡Hey!, llego la chica años veinte- Me decía Azul mientras me acercaba a ellos a saludarlos.
-Me gusta tu onda pero se me sigue haciendo rara.
Creía que a estas alturas ya estarían acostumbrados a como me visto, me encanta la onda retro y por sobre todo la música de época, escucho a Frank Sinatra, Tony Bennett y Harry Connick Jr. Tengo mi pelo rubio oscuro semi largo, un poco más de los hombros y trato de en lo posible mantenerlo con ondas, me encanta lucir así.
-Si me quede en el tiempo Brian.
Todos rieron con mi comentario, me senté junto a ellos uniéndome a su charla, estaban decidiendo  si ir al cine o ir a tomar helado, las dos ideas eran tentadoras pero con el cine pasaremos mejor el rato y así fue.
Al salir de allí eran casi la nueve de la noche, quería despedirme rápidamente para regresar.
-Espera Marilyn, vamos por gaseosas y te acompañamos.
Me decía Carolina mientras me arrastraba con ella de un brazo, no podía negarme, éramos un grupo bastante unido, desde el colegio que siempre estuvimos juntos.
Carolina es una chica alta, morocha, su tez es de un bronceado impecable, siempre se mantiene así y sus ojos son marrones. Azul es una chica preciosa, su pelo es…azul, si, un azul noche que le queda hermoso y delicado resalta su tez blanca y sus ojos azules, se lleva la mirada de todos los chicos y algo muy particular de ella es que siempre lleva algo azul en su atuendo. Samanta es la más descontrolada, arriesgada y atrevida de todos, es alta, su pelo es largo y lacio de color chocolate y le encanta estar a la moda, y bueno están los chicos Brian y Mariano son altos, musculosos, Brian es morocho de ojos miel, súper chistoso, nos hace reír a todos en todo momento y Mariano es rubio de ojos celestes, común y corriente como le digo yo, siempre me pelea por que dice que con ese rostro se lleva en cualquier lugar a las chicas, si bastante engreído, pero a su vez le encanta ayudar y es muy inteligente, próximamente arrancara su carrera de abogado.
Mientras estábamos sentados tomando nuestras gaseosas, observaba el movimiento de la peatonal, de día, de noche, a cualquier hora había gente, los turistas sacando fotos a cualquier cosa que les parezca peculiar, las parejas enamoradas, verlos así me daban ganas de enamorarme, nunca tuve un novio formal, tuve mis encuentros casuales y relaciones de una semana, todavía soy joven y en algún momento llegara ese chico que me llegue al corazón, no pienso buscarlo, que el destino nos encuentre y nos haga sentirnos plenos, sin reservas de el uno para el otro, eso es lo que anhelo para mi futuro. Mariano me arrebata de mis pensamientos con una pregunta.
-¿Te iras de vacaciones pronto Mary?
-El próximo mes.
-¿A la casa de playa?
-¡Exacto!

Todos reían y gritaban de alegría, sabían que cuando yo pasaba las vacaciones en la casa de playa de mis padres, ellos están más que invitados a pasar con nosotros, aunque siempre vienen para un fin de semana nada más.
Recuerdo aquellos días en los que mi corazón golpeaba mi pecho con semejante escándalo. Yo misma me sorprendía, era bastante ingenua con respecto al amor, pero aquel joven fue el único que provocó que mi vida se la diera por completo, me robo hasta el último de mis suspiros. Al principio era bastante distante con migo, sentía como quisiese cuidarme de sí mismo, era una impresión tonta que tenía, pero acertada al fin…
Creo que el amor que nos tuvimos en tan pocos años, nadie lo tubo en toda su vida, si, así como lo describo, intento ser explicita pero hay sentimientos que no se pueden explicar con unas simples o complejas palabras, nos amamos con unas inmensidad extrema.


Ahora aguardo para poder verlo, cada día por medio me encuentro en este  inmundo lugar, lo digo con bronca, por la situación en la que me encuentro, no por el lugar que a propósito es lujoso, la situación me consume, cada vez que me encuentro aquí trato de recordar todos los momentos maravillosos que vivimos juntos, eso me ayuda a ser fuerte y a estar mejor para verlo a él. Sé que esto no es nada a comparación de lo que él hizo, pero de algún u otro modo tiene que pagar…aunque eso me destruya día a día, y a él también.